Llueve, llueve, llueve… Un hombre -cuyo nombre desconocemos- ve a otro hombre en una calle solitaria… en medio de la noche… bajo la lluvia… trata de seguirlo, de encontrarlo, de que se quede con él, de que lo acompañe, de que lo escuche. … solo por un momento, en cuanto estemos instalados en un algún sitio te lo contare todo. La soledad humana parecerá revelarse en una suerte de torre de babel ante el temblor de lo imposible en consumarse el abrazo. Este hombre en fuga a caso ¿Miente? ¿Inventa? ¿Delira? …yo soy un hombre hecho de huesos, de músculos de sangre… yo me lio a golpes con todos esos tipo de la calle que quieren siempre cogernos de pendejos… mira, a mí me pudieron haber llamado “El Ejecutor”. O ¿habla con la angustia de mantenerse en pie, respirando, sosteniendo el imposible canal de comunicación con el otro? ... Yo mira, eso de la fábrica, ¡ni pensarlo!...la fabrica que no jodan…la fabrica que no jodan… mira yo tengo una idea, mi idea es la de un sindicato a escala internacional…eso de la escala internacional es muy importante, ya te lo explicare luego…¿a caso no será consigo mismo, desahogando su impotencia, su propia voz desdoblándose, cuestionándolo todo frente a los múltiples espejos que gatillan su atormentado espíritu? …¡compañero!…¡compañero!…¡compañero!… no me gusta lo que te recuerda que eres extranjero…Sin duda que ese otro que se revela seguirá siendo el yo cotidiano atrapado en una realidad que descubre injusta y hostil, abrazado a golpes de sobrevivir excluido y enfermo de soledad. … he estado buscando a alguien que fuera como un ángel en medio de esta mierda… y tú estás aquí… y todo lo demás… sigo sin saber cómo podría decírtelo, qué desbarajuste, qué mierda, compañero, y luego siempre… la lluvia, la lluvia, la lluvia, la lluvia…“La Noche Justo Antes de Los Bosques”, Pre-texto del dramaturgo francés: Bernard-Marie koltes, es un monólogo de transito interior y desgarre existencial. Es una sórdida travesía a lo más íntimo del ser, es un himno al amor de regreso a las sombras maternas, un paisaje trémulo plagado por ángeles caídos en medio del caos de una contemporaneidad indiferente, evasiva y excluyente, una metáfora delirante de denuncia social y política, un desesperado, decidido y vital reencuentro con lo esencial de la naturaleza.
Miguel Ramírez
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